El que se queda sufre

Como bien sabéis por la publicación de Instagram, el tema de este domingo es el dolor. Pero, en esta ocasión, hablo de un dolor no tangible o, al menos, no como se podría intuir de un tobillo roto. Hablo del dolor emocional, de los enquistes, de la congoja que te detiene ―porque el dolor o te paraliza o te impulsa (según cómo uno lo pueda interpretar en el momento en que se encuentra)―.

Esto se puede bien relacionar con el duelo o el perdón (tratado en entradas anteriores). Hace poquito leí una frase que dinamitó mi pensamiento. Decía así: «El dolor, una oportunidad para crecer». Yo siempre había interpretado el dolor como una gran putada, una verdadera mierda. Me regocijaba en él y me quedaba ahí, sufriendo, sin hacer nada. Hasta que leí aquello. Por eso me gustan tanto la escritura y la lectura. Porque te cambian la vida. Entonces, me di cuenta de que sí. De que el dolor podía ser una oportunidad para aprender de lo que estaba pasando y para cogerlo como impulso y salir reforzado de esa situación. 

El dolor es inevitable. Hay que aprender a convivir con él y entender que todo lo que sentimos en la vida tiene un sentido. Que ese pesar que hoy sientes son las alegrías de mañana y viceversa. Comprender que este tiene una función y que nos puede servir para ser mejor personas, cambia el juego. 

Estamos llenos de energía y de fuerza. Si estáis pasando por un mal momento, tranquilos. Pasará. Respirad, parad y coged las riendas de lo que os suceda. Analizadlo porque la vida os está queriendo enseñar algo. Del pozo se sale. Y, cuando se sale, uno ya sabe cómo no volver a entrar. Para eso está el dolor, para vivir. 

Escrito con todo mi corazón y todo mi cariño, para vosotros, Claudia Tevar Crespillo. Ojalá os guste. 

¡Espero vuestros títulos! Además, si os ha inspirado a escribir algo relacionado, o no, ¡ponedlo en los comentarios! ¡Os leo!

Nos leemos y escribimos el próximo domingo con más títulos y más historias. Gracias❤️ 


Posible título: El que se queda sufre

Todos los días, como si de un ritual se tratara y digo como porque no sé cuándo empecé a hacer de mi realidad vivir muriendo, le doy los buenos días a un recuerdo, hago café para dos, desayuno con un plato intacto frente a mí y me quedo a la espera de una vuelta que no llegará. Mis amigos me miran con pena, lo veo en sus ojos. No les culpo. Quizá yo haría lo mismo si no fuera el que sufre, todavía diez años después, el duelo.

Sin embargo, olvidarla supondría la muerte definitiva de la que fue la persona más importante de mi vida. No estoy dispuesto a renunciar a eso. Por eso como con ella aunque parezca que nunca le gusta lo que cocino tal vez el día que se termine el plato me asuste, por eso dejo que ella pase primero cuando salimos a pasear, por eso por la noche acomodo la almohada para que duerma cómoda. Para que el recuerdo no se esfume. Para que sienta, allá donde esté, que aún la amo. Al anochecer lloro por dentro porque no quiero que vea cómo ya no soy capaz de desanclarme de la angustia. Sin lágrimas no hay dolor. Me han recomendado que vaya al psicólogo, pero quién es nadie para meterse en mi vida, pienso yo.

Hoy me ha pasado algo inusual. Siempre lo tengo todo bajo control, pero se me ha olvidado comprar café. Solo me quedaba la cantidad justa para una taza. No he sabido qué hacer. Ella lo iba a dejar enfriar obligándome a recalentarlo hasta acabar tomándomelo yo, así que he tenido la tentación de, sencillamente, llenar la cafetera con el agua necesaria para uno solo. Entonces, una vocecita me ha acechado. Se ha puesto tras de mí con un tono cargado de inquina que me ha hecho desesperar. ¿Cómo iba a dejarla sin café? Sería inaceptable. Me he enfadado conmigo mismo y con la situación. La verdad es que estoy hasta los cojones de hacer todos los días las cosas para dos estando más solo que la una, pero es superior a mí ir en contra de eso. No lo puedo evitar. No puedo dejar de vivir sin ella. Con mala leche, he bajado al súper, he comprado el dichoso polvo marrón y he llenado las dos tazas.

En el momento en que he tenido que recalentar la suya (como todos los días), me he quedado absorto mirando el movimiento en círculos del plato del microondas y, con la guardia baja, he roto a llorar. ¿Para qué cojones estaba yo calentado eso? No tenía ningún sentido. Nada tenía sentido desde que se fue. Para vivir así, era mejor no hacerlo. El pitido agudo me ha avisado de que habían pasado sesenta segundos más del tiempo que me quedaba vivo. He abierto la tapa, he sacado la taza y, quizá por puro agotamiento o por haber tenido que bajar a comprar, mis pies me han llevado hacia el fregadero y he vertido el líquido por el sumidero. Nadie lo quería.

Por puro inercia he levantado la vista hacia el cielo. Esperaba que me perdonara. Pero era eso o la muerte. Y yo ya no podía soportar un fallecimiento más. Poco a poco, he empezado a rehacer mi vida. He ido dejando atrás su fantasma y, aunque todavía la recuerdo (siempre lo haré), me estoy dando la ocasión de poder vivir libremente. Sin la atadura al pasado, perdonando y aceptando que la vida a veces es dolor, pero que este mismo puede ser una oportunidad para volver a empezar. Nunca es tarde. Que me lo digan a mí después de diez años haciendo café para dos.


 








Todos los derechos reservados. La copia del texto para fines creativos/comerciales y/o concursos queda prohibida.

Comentarios

  1. De los diversos pensamientos / reflexiones que sostengo en mi vida, uno es que hay cosas que tienen que pasar, para bien o para mal, pero es necesario que pasen; el otro, es que la muerte (por extensión su dolor si quieres) forma parte de la vida y cuanto antes lo entendamos mejor.
    Dicho esto, me gusta lo realista de la escena que has inventado y la reflexión que querías transmitir llega muy bien. 😘

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Totalmente de acuerdo contigo, Antonio. Me pone feliz saber por tu parte que el mensaje llega (: y muchas gracias por el título!! Echaba de menos que alguien los propusiera. Me gusta (:

      Eliminar
  2. Ay que se me olvidaba lo del título. También podría funcionar "El que se queda pierde" por ejemplo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Depresión

Su titi

Vidas pasadas

Te veo en los sueños

En el silencio

¿Me comí el mundo o el mundo me comió a mí?