El momento es nunca

Como bien sabéis por la publicación de Instagram, el tema del relato de este domingo está inspirado en mi visita a Jaén. Aunque la visita a esta tierra encerró más que turismo. 

Escrito con todo mi corazón y todo mi cariño, para vosotros, Claudia Tevar Crespillo. Ojalá os guste. 

¡Espero vuestros títulos! Además, si os ha inspirado a escribir algo relacionado, o no, ¡ponedlo en los comentarios! ¡Os leo!

Nos leemos y escribimos el próximo domingo con más títulos y más historias. Gracias❤️ 


Posible título: El momento es nunca

Inesperadamente, la calma me invadió previo a la llegada a mi destino. Mi cuerpo sabía, mucho antes que mi conciencia, que se dirigía al sitio correcto.

Lo que desconocía, por el contrario, era que aquel viaje escondía una despedida de por vida. Pero a veces lo que necesitamos es eso, una partida.

Cuando le conocí hacía cinco años, caí prendada a la velocidad de la luz. El típico flechazo ideado por el mismísimo cupido. Sin embargo, los dos teníamos una relación ―aunque la mía se encontraba en una muerte más que palpable, pero la tenía igualmente―. Esto se tradujo en que mantuviera mis sentimientos acallados. Con tenerle cerca me bastaba. No quería perderle por nada del mundo y, para ello, debía respetarle. Lo que sentía por él era sincero y, cuando uno quiere, respeta.

Así actué. Como la eterna amiga. No era el momento.

Con el paso del tiempo nos distanciamos por imperativo de la vida, pero el hueco en el corazón y en el recuerdo continuaron ocupando su lugar. Después de pasar tres años sin vernos, nos reencontramos. Me contó que recién había puesto un pie en el camino hacia la soltería, aunque todavía le quedaba sendero por recorrer. Tres años más viejos, el amor no menguaba, pero no era el momento.

Volvió a pasar un año durante el que apenas hablamos, mas con la certeza de que nos unía un vínculo puro. De un día para otro, decidimos volver a encontrarnos. Esta vez en su ciudad. Allá donde se dice «ni polla» por bandera, donde el paisaje está inundado de olivos, donde Úbeda es patrimonio de la humanidad y donde nos dijimos adiós.

Había tenido 365 días para caminar tranquilo, para averiguar qué quería en la vida después de toda una entera con la misma mujer. Yo tenía mis dudas de a dónde nos llevaría aquello. Realmente, siempre las había tenido. Lo nuestro era como aquel típico «quiero y no puedo».

Fue la primera ―y la última― vez que estuvimos tan cerca, con una ternura y tal amasijo de dudas, que ninguno de los dos se atrevía a dar un paso en falso que pudiera derrocar lo que habíamos construido años atrás. Quizá fue la noche, que confundía. O la misma incertidumbre, que necesitaba ser resuelta. Nos besamos. Pero no era el momento. Nunca lo fue. 








Todos los derechos reservados. La copia del texto para fines creativos/comerciales y/o concursos queda prohibida.

Comentarios

  1. Si has escrito esto imagino que es porque necesitabas soltarlo y liberarte, al menos así es como yo lo hice la mayoría de veces.
    Lo mejor de la historia es la falta de negatividad, así debería ser siempre. Siempre que no se puede claro.
    😘

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Depresión

Su titi

Vidas pasadas

Te veo en los sueños

En el silencio

¿Me comí el mundo o el mundo me comió a mí?