Con aroma a coco y canela

Como bien sabéis por la publicación de Instagram, el relato de este domingo surgió a raíz de tomarme un día un café con canela y aceite de coco. Lo olí y me pareció el aroma más rico del mundo. Entonces pensé que aquello me serviría para un relato y he aquí el resultado. 

Escrito con todo mi corazón y todo mi cariño, para vosotros, Claudia Tevar Crespillo. Ojalá os guste. 

¡Espero vuestros títulos! Además, si os ha inspirado a escribir algo relacionado, o no, ¡ponedlo en los comentarios! ¡Os leo!

Nos leemos y escribimos el próximo domingo con más títulos y más historias. Gracias❤️ 


Posible título: Con aroma a coco y canela

Entre guerras, Eurocopa, violencia machista, problemas familiares, crisis existenciales… Un café con aroma a coco y canela me salvó.

Para obtener el polvo marrón que se convierte en el elixir de los que no son capaces de abrir un ojo sin este líquido recorriéndole las venas, o de los que sin un expreso o un cafezhino no pueden vivir, son necesarias unas 1800 horas hasta que llega a la taza de turno. Dependiendo de la región de origen serán más o menos. A mí, especialmente, me gustaba el café de Brasil. No porque hubiera visitado el país. Yo en Brasil no había estado en mi vida. Pero la capital me la sabía: Brasilia. Sino porque lo probé un día en una cafetería de especialidad y desde entonces no he vuelto a probar nada igual.

El café brasileño es suave, dulce y equilibrado con aromas frutales muy agradables. Es decir, de un sorbo te transporta al puto paraíso. El que yo tomaba, que me costaba un pastizal, era el Café de Sul Minas. Conseguí que un brasileiro me lo trajera directamente de allí una vez finalizara el cultivo, y me abastecía para todo el año.

La gran parte de esos cultivos son en terrenos a baja altitud y con un cultivo abierto o expuesto al sol. Gracias a su clima tropical, sol durante todo el año y lluvias periódicas, se puede cultivar café arábica y robusta de gran calidad. El mío, el arábica. El mejor.

No estaba pasando por un buen momento. Mis padres habían fallecido en un accidente de autobús. A mi perro le habían diagnosticado cáncer y me habían despedido. La situación en el mundo exterior no era mucho mejor. Así que me encontraba paralizaba por la pulsión arrolladora de la propia vida. Que era un caos del que yo empezaba a tener dudas si quería seguir participando.

Me preparé un café como todas las mañanas. En esa ocasión le añadí un toque de canela Ceylán y una cucharadita de aceite de coco. Había leído en un artículo que mejoraba las funciones cognitivas, así que me propuse volverme más inteligente tomando café. Si me habían echado del trabajo, por lista no había sido desde luego. Dudé en aderezar la taza porque sentía que era un sacrilegio, pero llegados a este punto en el que había cedido todo al destino, solo me quedaba apostar por un cambio. Ya lo había perdido todo. En un mes me desahuciaban.

Me senté en el sofá que dejaría de ser mío en treinta días. Estaba gastado, pero todavía uno se podía sentar sin hundirse en el abismo. Siempre me habían gustado los sofás anchos y grandes, y este lo era. Me acurruqué sobre mí apoyando la espalda en el respaldo y agarré la taza con las dos manos. Quería cerciorarme de que nadie me la iba a quitar―estaba sola―. Me la acerqué a las fosas nasales y me invadió un aroma nunca antes percibido. «Mmm…», musité con una sonrisa de oreja a oreja. ¿Cómo me podía haber hecho tan feliz inhalar tal presente? ¿Acaso tenía algo por lo que sonreír? La verdad es que no. Pero «Mmm…» Qué olor tan rico. Ya podía venir la policía a arrastrarme a la menesterosidad que yo estaba en Brasil. Sujetando con la mano derecha un coco con una pajita de colorines ensartada, devorando una rabanada con la izquierda y moviendo el cuerpo al son de la samba callejera. 







Todos los derechos reservados. La copia del texto para fines creativos/comerciales y/o concursos queda prohibida.

Comentarios

  1. Café de Resurrección :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Me gusta! ¡Muchas gracias por tu título! (:

      Eliminar
    2. ¡Ignacio! Qué ilusión tenerte por aquí. ¡Muchas gracias por la visita al relato! (:

      Eliminar
  2. me encanta como lo narraste, me has tenido inmerso de principio a fin. un abrazo! : )

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Qué tendrás que siempre me da mucha alegría saber de ti! ¡Qué emoción eso que comentas! Muchas gracias por tus palabras y por participar. Me quedo satisfecha son saber que te ha gustado. ¡Otro abrazo para ti! (:

      Eliminar
  3. Con sabor a Calma ✨

    Impresionante!
    Me he sumergido tanto que hasta he podido sentir ese aroma :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Con sabor a Calma... ¡Espectacular! ¡Muchas gracias por tu título! ¡Y por tus palabras!

      Eliminar
  4. Pensé que llegué a publicar mi comentario hace unos días pero se ve que no 😅.
    Bueno, lo que decía era que ya te dije alguna vez que me encanta tu capacidad para describir y extenderte con cosas cotidianas como un café.
    También me encantan las preguntas que surgen de la vida de ese personaje. Daría para más capítulos jeje.
    Muy buenos los títulos propuestos. Me gusta mucho con aroma a calma. 😘

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Ay! Qué ilusión eso de que el personaje despierte preguntas. Eso significa que tiene alma... ¿Y tu título? ¿Dónde está? Jajaja. ¡Muchas gracias, Antonio!

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Depresión

Su titi

Vidas pasadas

Te veo en los sueños

En el silencio

¿Me comí el mundo o el mundo me comió a mí?