Avión de tormentas
Como bien sabéis por la publicación de Instagram (@claudiatevarcrespillo), el relato de este domingo es producto de una frase que me dijo un amigo mío que me pareció inspiradora. Sin contexto alguno me dijo que yo era un avión de tormentas. No le pregunté el por qué y me guardé lo que me dijo porque sabía que podía llegar a construir algo con eso. Este escrito es algo distinto, pero es lo que me ha salido. Como siempre, he aquí el resultado.
Escrito con todo mi corazón y todo mi cariño, para vosotros, Claudia Tevar Crespillo.
Posible título: Avión de tormentas
Por alguna razón que desconozco, los aviones
siempre me han fascinado. Lejos de generarme desconfianza, me he sentido a
salvo en un asiento cuya seguridad ante un accidente es cuestionable. Quizá mi fascinación sea producto de las vistas a través de la ventana en forma de arco, que son exclusivas. Sólo
puedes acceder a una perspectiva de tal calibre si te atreves a montar. Una
experiencia única; como la de la de atravesar una tormenta y ser testigo y víctima al mismo tiempo. Igual que experimentar el torbellino que genera tu llegada y a
la que me acostumbraría tan plácida como cuando me siento a la tela cuya
calidad, también dudosa, me ampara del metal de la estructura.
Por lo general, las turbulencias, son solo un
susto en el viaje hacia un destino, por lo general, de ensueño. Los aviones son
un transporte seguro y, por su parte, Robe asegura que el amor está hecho de viento; quizá
tenga razón: un viaje en avión se asemeja a una relación, y los vientos a la
emoción. Al aquí y ahora que se puede acabar en un segundo. A que se te acelere
el corazón. A los nervios, que no son producto más de otra cosa que de estar
vivo. A no saber si saltar por la ventana que no se abre, que no te queda otra,
o sentarte tranquillo, tomar una respiración y adentrarte en el miedo que ocasiona ver rayos que te pueden partir en dos, o al menos eso se ha dicho siempre; no
lo sé. Tu llegada ha sido como traspasar una tormenta triunfante. Tu llegada ha
sido saborear todo el puto viaje. Aunque parezca una prisión con finitud
impresa en el asiento y la fila que te ha tocado habitar. En los aviones es
recomendable no permutar asientos. Por si se produce un accidente que puedan
identificar el cadáver. Pero los aviones son un transporte seguro.
Tal vez este escrito resulte extraño, incoherente incluso, pero cuando hablo de ti y de aviones no conozco otra cosa que no sea la falta de juicio. ¿Qué sentido tiene que mi medio de transporte favorito sea uno que sólo es seguro mientras que no pisa tierra firme? ¿Y qué sentido tiene que lo que más me guste de ti sea el remolino que se origina en mi estómago que me priva de todo menos de quererte? ¿Se puede vivir del amor? ¿Se puede vivir del aire? ¿Se puede vivir en un avión de tormentas? Lo sé; nada de esto tiene sentido.
Los momentos que más riesgo suponen del viaje no son
cuando se sobrevuelan terrenos montañosos o el océano, sino el despegue y el
aterrizaje. Si se llevan a cabo con éxito, estamos salvados. Y, si hay alguien
en contra de toda esta comparación, es que no se está enterando de nada. ¿Acaso
no existe similitud entre viajar e iniciar una relación? Adentrarme en ti me
ocasionó vértigo, pero una vez lo superé, me sentí resguardada en tus manos. Me entregué, al igual que uno se doblegaba ante la
estructura con alas. Las tormentas me acongojaron, pero me salvaguardó la pasión,
que no era más que mis ganas de vivirte en todas tus formas. Sabía que el final
llegaría, inminente. Y lo quería evitar porque me aferraba a la idea de que el
amor era para siempre. Sin embargo, nunca un viaje dura toda la vida aunque la
vida sea todo un viaje. Nada escapa a la muerte. Ni siquiera los aviones. Entonces,
comprendí que los finales también podían ser una oportunidad, y me relajé; y te
disfruté.
Un avión no es un avión si no pasa por una tormenta. Una relación, no es una relación si no se asume el riesgo de morir en el intento. Las relaciones siempre me han parecido un salto al vacío, igual que los aviones. Sin embargo, ¿cuál sería el propósito de embarcar si no te llevaba a ningún lugar? Tú, mi avión de tormentas favorito. Tú, mi viaje favorito.
¿Qué os ha parecido? ¿Qué título le pondríais vosotros? Además, si os ha inspirado a escribir algo relacionado, o no, ¡ponedlo en los comentarios! ¡Os leo!
Nos leemos y escribimos el próximo domingo con más títulos e historias. Gracias❤️
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Un final de relato que podría ser un trozo de canción.
ResponderEliminarO quizás son tus emociones hechas canciones.
¡Muchas gracias por tu comentario, Expectante del mundo! Pues ahora que lo dices, sí que parece un trozo de canción jajajaja ¡Gracias por leer!
ResponderEliminarEl punto poético de tu historia y sobre todo cómo la escribes es para pedirte más de esto.
ResponderEliminar😘
Ya ves, tengo mis momentos :P Muchas gracias, Antonio.
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