Nostalgia anticipatoria
Como bien sabéis por la publicación de Instagram (@claudiatevarcrespillo), para el relato de este domingo me ha servido como fuente de inspiración la foto del rincón de la terraza de un amigo mío ―la tenéis en mi perfil de Instagram―. Además de la foto, el conocer un poquito de la historia de mi amigo con esa su terraza, ha vigorizado mi creación. He aquí el resultado.
Escrito con todo mi corazón y todo mi cariño, para vosotros, Claudia Tevar Crespillo.
Posible título: Nostalgia anticipatoria
¿Se puede echar de menos algo que aún tienes? ¿Y algo que no has tenido nunca? Son preguntas que se me vienen a la cabeza ahora que me tengo que mudar. Me han ofrecido un puesto de trabajo en otra ciudad y he aceptado. En mi lista de pros y contras, sumaban más los primeros. Si bien, aquí sentado frente a lo que ha sido mi rincón de noches de juegos de mesa, de cervezas y risas, de confesiones, de amores fugaces y no tanto, de inspiración, de vida; dudo. Este espacio ha sido mi gran compañero. Puse mucho esmero en decorarlo a mi gusto. De hecho, mis amigos y yo, ante la obra de arte que resultó, decidimos bautizarlo ―por eso de salvaguardarlo del infierno―. Ahora, cuatro años después, se me hace cuesta arriba decir adiós a este trocito de cielo.
Cuando me mudé a este piso, lo que me cautivó fue
la terraza. Tenía potencial y no me resistí a explotarlo. La construcción era rectangular y en uno de los laterales habían levantado una
columna cuya función hoy día sigo sin conocer. Sin embargo, ella fue la
culpable de mi inspiración. Visualicé una suerte de naturaleza marítima, si es
que tenía sentido ―en mi cabeza lo tenía― y enredé alrededor del fuste una red
de pesca amarilla que prolongué hasta el techo. A ella pegué motivos
decorativos de color blanco, algunos en forma de estrella y otros de luna. En
torno a la base coloqué una maceta con la primera planta que compré: el
helecho. Con el tiempo fui añadiendo más plantas hasta que no quedó ni un hueco
libre. Desde monstera deliciosa, pasando por aloe vera hasta hiedra. El verde
conjugaba a la perfección con el amarillo y el blanco, pero quise añadirle un
toque más a la composición y colgué de la pared de ladrillo
visto cuatro macetas con flores rosas y violetas. Sustituí la lámpara que
colgaba del techo por un farolillo que, desde la perspectiva adecuada, con la
columna decorada de fondo, simulaba la apariencia de un faro; mi faro... Eso es lo que ha sido mi terraza para mí: un faro que me ha guiado en los peores y en los mejores momentos. Todas las decisiones importantes las he sopesado entre el mar y la vegetación. Incluso la de partir. A pesar de que el espacio invitara a todo, menos a irse.
Aquí he pasado muchas horas con mi amiga Jacinta. A ella también le toca despedirse de algo para lo que no sabe si está preparada, aunque no le quede otra opción. A su novio le han destinado a Logroño y ha decidido que no le va a acompañar. Le quiere, pero no a toda costa. Aún no le ha comunicado la decisión, pero ya lo está echando de menos.
También aquí he echado muchas cervezas con mi amigo Raúl. A su padre le han diagnosticado un cáncer de riñón con una
metástasis devastadora. No le sobra tiempo que malgastar. Sigue vivo, pero ya lo
está echando de menos.
Y aún aquí he tomado muchas copas de vino con mi tía Ramona. Es la hermana de mi padre. Mi relación con ella entraña un vínculo especial. De pequeño, cuando mis padres no me podían recoger del colegio, era la que siempre venía a por mí. Pasábamos las tardes juntos, jugando o ayudándome a hacer los deberes. Cuando maduré y me independicé, mantuvimos la buena costumbre de no dejar de vernos. Su hijo acaba de cumplir los diecisiete. Todavía le queda un año por delante hasta que se mude a Inglaterra, donde quiere estudiar, pero ya lo está echando de menos.
Quizá sí que se pueda echar de menos algo que aún se tiene; o tal vez el sentimiento se parezca más al de hacerse sangre que al de la nostalgia. Y, quizá, sí que se pueda echar de menos algo que no se ha tenido nunca: Jacinta añora una relación en la que su novio no tenga que marchar; Raúl una vida en la que su padre no esté enfermo; y mi tía un hijo que quiera estudiar en España; en cuanto a mí… voy a echar de menos todo esto, sí. Mas hasta que llegue el día, he decidido que a mi trocito de cielo, bautizado como Helecho Humilde, aún le queda cupo para seguir cultivando recuerdos que me acompañen allá donde vaya.
¿Qué os ha parecido? ¿Qué título le pondríais vosotros? Además, si os ha inspirado a escribir algo relacionado, o no, ¡ponedlo en los comentarios! ¡Os leo!
Nos leemos y escribimos el próximo domingo con más títulos e historias. Gracias❤️
Todos los derechos reservados. La copia del texto para fines creativos/comerciales y/o concursos queda prohibida.
Hace tiempo que sigo tus publicaciones, siempre inspiradoras, con un transfondo pensativo, que me llevan hoy a escribirte por primera vez. Quizá a escribirme a mi, no sé, tengo esa necesidad imparable de hablar en voz alta, sin saber cómo de seguro es este espacio, pero con la firmeza de que puedo hacerlo. Tengo una pregunta para ti, que ni yo como persona puedo responderme, pero que sí me encantaría saber tu opinion. Hace tiempo que me ronda en la cabeza publicar algún escrito, me has impulsado, sé que puedo hacerlo. Gracias Maestra. Mi pregunta es la siguiente: ¿Somos gatos humanos con siete vidas? ¿O los gatos son animales con sólo una?. ¿Qué sabemos de la vida como tal?. Poco, los gatos saben más, tiene siete.....Has lanzado una pregunta interesante, ¿se puede echar de menos algo que nunca has tenido? Mi respuesta es SI, porque el hecho de no tenerlo, no implica necesariamente no conocer la sensación. Mi padre murió siendo yo pequeña, tengo un vago recuerdo de él, por no decir ninguno, sin embargo no hay día que no lo imagine conmigo, que no lo eche de menos. Me alegro muchísimo de esta nueva oportunidad que te brinda la vida, (una más para los gatos, la nuestra, para los humanos). Un nuevo reto, una nueva superación, una nueva ilusión. Eres valiente, escribes con fuerza, una fuerza capaz de llegar al ser más insignifacante de este mundo (¿los gatos tendrán también siete mundos? ¿Uno por vida?. ). Suerte Claudia Tevar Crespillo, Te mereces todo aquello por lo que luchas, incluso cuando no te quedan fuerzas. PD: Los helechos siempre crecen... ojalá siempre.....
ResponderEliminarBienvenida al club de los "inspirados por Claudia". Anímate a escribir, claro que sí y ojalá que a compartirlo.
EliminarAunque yo ya escribía y publicaba desde hace tiempo por otras vías, este blog de Claudia me impulsó aún más.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Eliminar¡Hola, Humanode7vidas! Muchas gracias por hacerme saber que hace tiempo que me lees y muchas gracias por animarte a escribir un comentario (: ¡Qué ilusión! Y qué ilusión también lo que comentas del escrito. Si lo quieres compartir por aquí estaremos todos encantados. Si no siempre me lo puedes mandar a mí. En cuanto a tu pregunta, un tanto inquietante... Te diré que soy racional y escéptica, así que solo puedo contestarte que prefiero quedarme con el pensamiento de que todos somos animales con una sola vida (: Y, bueno, yo de la vida no sé nada jajaja sólo vivo y miro atenta lo que sucede a mi alrededor. Por otro lado, estoy de acuerdo contigo. Sí que se puede echar de menos algo que no se tiene. Gracias por compartir tus pensares, la historia con tu padre y las preguntas difíciles de responder. Por último, muchísimas gracias por tus palabras del final. Me emociona saber que la gente me ve así. Gracias, gracias, gracias (:
EliminarJajajaja no sé si me convence ese nombre, Antonio :P suena a que soy una gurú o algo así, y Dios me libre de responsabilidades jajaja muchas gracias por tus palabras, querido mío.
EliminarAh, se siente. La fama tiene un precio querida 😘
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarYa leí el otro día el relato pero sabes que me gusta comentar con tranquilidad y tiempo.
ResponderEliminarMe identifico mucho con el estilo de este relato porque es muy eso, mi estilo. Tú que ya conoces muy bien lo que hago me darás la razón (dámela).
Y si por algo me identifico con ese estilo, cuando toca claro, es porque nos permite jugar cuando nos sentamos a escribir. De lo cotidiano a lo profundo, para que enganche la historia y que llegue el mensaje al mismo tiempo. Lo que haces tú vaya.
😘
Muchas gracias querido mío (: Y te doy la razón (no me quedaba otra :P)
Eliminar