Te arranco la vida
Como bien sabéis por la publicación de Instagram (@claudiatevarcrespillo), el tema del relato de este domingo está inspirado en una ilustración del juego de mesa Dixit y la frase sentenciadora que escuché por casualidad, que da título al relato.
Disfruto mucho
cuando los escritos y los temas se construyen por sí solos. Dejar volar la
imaginación es un ejercicio fascinante. Dadle rienda suelta y veréis
de lo que sois capaz.
Escrito con todo mi corazón y todo mi cariño, para vosotros, Claudia Tevar Crespillo.
Posible título: Te arranco la vida
Desde
que le conozco le estoy cogiendo pavor a las noches. Se ha adueñado de mi
insomnio y va a terminar por cumplir lo que me juró aquel día mirándome a los ojos, lo sé.
La
oscuridad no me da descanso. Cuando cae el sol, mi cuerpo se tensa porque sabe
que va a pasar, una vez más, una noche como la del preso que está condenado a
morir injustamente.
El
conticinio puede durar horas, la angustia también. El silencio nocturno da paso
a mi verborrea incesante, a mis pesadillas, a mis imposibles. El pasado, el presente
y el futuro confluyen en mi mente y debaten quién imperará esa noche. En cuanto
a mí, yo solo soy una mera espectadora de lo que harán conmigo.
Esta ha ganado él: el pasado. Me ha invadido la mente el recuerdo de nuestra primera cita; su personalidad me embaucó. Me convencí de que era una buena persona, un santo caído del cielo. Y ahora me encuentro
entra la espada y la pared con el infierno en medio. Por su culpa. No. Por tonta. Su imagen da vueltas
alrededor de mi cabeza como un dibujo animado. Mientras gira puedo verla riéndose de mí, satánicamente, con la boca abierta de par en par.
Aquel día todo cambió. Creí saberme cada detalle de sus facciones, mas yo solo sabía lo que él quería que supiera. Hasta entonces, nunca había estado tan cerca del mal. Le tenía de frente. Con el semblante serio como el de un juez. Tras de sí había una ventana lo suficientemente amplia y no a mucha altura por la que podría haber saltado en busca de libertad. Sin embargo, me frenó que a contraluz pude observar cómo el sol le resaltaba dos venas como si fueran dos prolongaciones de las cejas, que le dejaban una marca en esa frente que se extendía hasta la nuca. Parecían los cuernos del mismísimo diablo.
¿Cómo
no me di cuenta de que estaba en peligro? ¿Acaso todo había sido una mentira?
Estaba claro que sí, pero ¿por qué?
La
primera vez que sentí miedo fue a los cinco años. Estaba aprendiendo a montar en
bicicleta y mi padre, cafre como él solo, me soltó en una cuesta. De más está decir
que me caí y no volví a montarme en un vehículo con dos ruedas jamás. A mi
padre le retiré la palabra durante una semana. Al
final le perdoné, pero de bicicletas no quise volver a hablar.
La
segunda vez fue cuando perdí la virginidad.
La
tercera, el día que me amenazó y me mostró su verdad. Tuve que callar y fingir
que no había visto que sería capaz de matarme si le llevaba la contraria.
¿Cómo
iba a salir de ahí? ¿Y si me mudaba? A dónde coño iba a ir yo si la vida me
tenía asfixiada. ¿Ese era mi destino? ¿No volver a dormir nunca más?
Amaneció, preparé el desayuno y pedí tregua al cielo, en silencio, para que no oyera mis plegarias. Pasarme la noche en vela con el causante de ello hacía que odiara cada segundo de mi existencia.
Se despertó y fue en mi búsqueda para comprobar que no había escapado de la prisión que él mismo había ideado. Se fue a trabajar satisfecho del poder que ejercía y yo me quedé dándole vueltas a aquella frase que me soltó sin vacilar. Estaba atrapada. De una forma u otra, la vida ya me la había arrancado.
¿Qué os ha parecido? ¿Qué título le pondríais vosotros? Además, si os ha inspirado a escribir algo relacionado, o no, ¡ponedlo en los comentarios! ¡Os leo!
Nos leemos y escribimos el próximo domingo con más títulos e historias. Gracias❤️
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sin duda, me quedo con este increíble fragmento: "El pasado, el presente y el futuro confluyen en mi mente y debaten quién imperará esa noche."
ResponderEliminarun abrazo!
¡Muchísimas gracias! (: otro abrazo para ti.
Eliminar¡Guau!
ResponderEliminarEs el único “término” aunque debería de decir sonido que ha saltado en mi cabeza. Es cierto que hay personas que se aprovechan de la luz de los demás para aumentar la suya propia. No esperaba para nada un relato con tanta profundidad en tan poca extensión y cargado de tanto sentimiento.
Pero ¿quien más culpable, el que se deja “apagar” o el que “apaga” al otro?
La vida es una constante de decisiones y libre albedrío, al día tomamos cientos, sino miles de decisiones ¿y si una de estas nos sacara de esa profundidad?
¡Cuánto tiempo Expectante del mundo! ¡Qué alegría ver tu pseudónimo de nuevo por aquí! Muchísimas gracias por tus palabras y por dedicar parte de tu tiempo a leer este relato. Me complace ver que te ha generado cuestiones. En este espacio que he creado yo suelto una parte de mi cabecita y el resto lo termináis de construir vosotros. Que te haya hecho pensar sobre la culpabilidad, sobre la toma de decisiones y sobre el libro albedrío es muy interesante. Me voy a tomar la libertad de contestarte que, de acuerdo con la protagonista de esta historia, ella te diría que no hay culpables. Solo hechos y una vida por delante que pondrá las cosas en su sitio a su debido tiempo, así no suceda nunca. (: ¡Un abrazo!
EliminarEs que tengo debilidad por la literatura cifrada/simbólica/en clave, como le queramos llamar. Me ha encantado pillarle el hilo e ir desgranando tus mensajes, tus intenciones.
ResponderEliminarY una vez más me encanta cómo utilizas escenas cotidianas o normales para extrapolando a la idea de lo que tienes en esa cabeza de genia.
Sonrisa en mi cara después de tu comentario. Me siento muy agradecida por tu lectura y apreciación, Antonio. ¡Muchísimas gracias! Sin los que leéis, en cierto modo, esto se quedaría cojo, así que también formáis parte de lo que escribo. Gracias, gracias, gracias.
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